Vestíbulo de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. (Foto: Edwin Ríos).
Por: Reuel Torres, estudiante del Departamento de Comunicación Tele-Radial, UPRA
Recuerdo como si fuera ayer, la primera vez que visité la institución. Tenía apenas 18 años de edad, estaba a punto de graduarme de la escuela superior y había llegado la hora de hacer los trámites para ingresar a la universidad. Similar a muchos otros estudiantes, elegí la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA), pues fue allí donde vislumbré mi futuro, mis sueños y lo que sería mi carrera profesional.
UPRA es el nombre que utilizamos los lobos y lobas que formamos la nueva cepa del estudiantado del antiguo CUTA y que nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta universidad que ahora celebra medio siglo de fundación.
La decisión de elegir entre todos los competitivos programas universitarios que existen en Puerto Rico fue muy difícil, aunque en mi caso, desde pequeño, me entretenía tomando anotaciones y jugando con las palabras hasta crear oraciones. El día determinante finalmente llegó y tras meses de reflexión, ingresé al Departamento de Comunicación Tele- Radial de la UPRA, para ese entonces bajo un currículo general.
En el año 2013, el Departamento, junto a algunos otros de UPRA, se reinventó y en el caso de COMU, se crearon cinco especialidades o áreas de énfasis.
Hoy, mi casa- la que me ha permitido estudiar desde su monte, el punto elevado de uno de los rincones más hermosos del litoral norteño de Puerto Rico, con una preciosa vista al mar y al faro de Arecibo- cumple sus 50 años de fundación. Han pasado cinco años desde que recorrí los corredores de mi alma máter por primera vez y aún la magia sigue viva en cada columna que sostiene el fuerte concreto que guarda la historia de todos los que se han formado en esta institución.
Es por esta razón que hoy dedico estas humildes líneas a mi hogar de conocimiento, mi Universidad. Al igual que yo, miles de estudiantes han sido testigo de las victorias que hemos celebrado y todos los programas académicos que se han ido creando con el paso del tiempo. No quiero dejar sin mencionar y agradecer también el trato cordial de empleados docentes y no docentes, quienes todos forman parte de esta gran familia de la UPRA y singularizan a nuestra institución. Orgullosamente hoy todos regocijamos medio siglo de historia.