Por: Lidiammari Rivera (lidiammari.rivera@upr.edu)
Mientras la principal institución universitaria lucha por aumentar su matrícula, los cuerpos de entrenamiento de oficiales de la reserva del ejercito (ROTC por sus siglas en inglés), instalaron algunas unidades móviles en distintos recintos de la isla para reclutar a jóvenes. La Universidad de Puerto Rico (UPR) en Arecibo, nuestro recinto, fue uno de ellos.
Tal parece que nadie conoce la historia de Antonia Martínez, una estudiante brutalmente asesinada en las luchas del 1970 en la UPR, recinto en Río Piedras. Ella fue una de las múltiples víctimas tras las luchas por el servicio militar obligatorio y por sacar al ROTC que estaba dentro del recinto. Tras la muerte de Antonia, se lograron estos propósitos, sin embargo, ahora y luego de mucho tiempo, la ROTC vuelve a meterse en las universidades. Pensaron que la nueva generación no conocía esa historia y ese nombre.
Es lamentable que algunas personas piensan que la presencia de la ROTC dentro del recinto representa un favor a la universidad para atraer más estudiantes, cuando claramente es todo lo contrario. Si bien es cierto que hay ciertas oportunidades y becas para los estudiantes que desean unirse, también, es cierto que otros abandonan la universidad para quedarse simplemente con el sueldo, aunque esto lo convierta en un oficial alistado en servicio activo.
Mientras por un lado le ofrecen villas y castillas a los jóvenes para que se unan a las fuerzas militares, la otra cara de la moneda refleja poca atención médica psicológica a oficiales retirados y poca atención médica en general. Muchos estudiantes se llenan los ojos con la esperanza de poder costear sus estudios y escapar de la pobreza que se vive en Puerto Rico, sin embargo, esto representa una solución temporal a un problema permanente.
¿Pero, con que tiempo van a estudiar? Gran parte de sus horas las deben invertir en entrenamiento, fuera del país. Por otra parte, el cansancio físico les rebasa.
En mi experiencia han sido muchos los compañeros que se han unido a este cuerpo de la reserva a los cuales les han vendido grandes sueños, incluyendo una educación completa libre de costo. Entonces es ahí cuando el joven se ata a la milicia porque de lo contrario, les toca devolver todos los “derechos y ayudas” adquiridos.
¿Cuántos de ellos no regresan de completar su servicio sufriendo depresión, estrés postraumático, heridas físicas, entre otras? ¿Vale realmente la pena arriesgar tu vida, tu familia, tu estabilidad y todo lo que involucra, por un país que nos quita más beneficios del que se nos brinda? Sí, porque, aunque suene rudo somos la rata de experimento de los Estados Unidos.
Si de arriesgar personas se trata, los más ideales son los puertorriqueños. El régimen 65 de Infantería, lo comprueba, ya que tras la Segunda Guerra Mundial fallecieron poco más de 700 puertorriqueños y nunca se encontraron los cuerpos de otros 100 puertorriqueños.
Pero, no se confundan, no estoy en contra de la milicia, estoy en contra que lo hagan dentro de una institución universitaria pública, que es del pueblo. Claramente demuestra poco o ningún respeto a la diversidad política, cultural y social.
“Porque en realidad lo que quiere decir «que se mantenga la política fuera de la Universidad» es que se mantenga fuera del recinto toda actividad o pensamiento que entre en conflicto con las actividades y el pensamiento de los que defienden el colonialismo en Puerto Rico”.
Manuel Maldonado Denis