Por: Maribel Méndez (maribel.mendez1@upr.edu)
A veces surgen situaciones en la vida de las personas que ocasionan que pospongan sus estudios universitarios, mientras que otros nunca los terminan. Una trayectoria que tarda cuatro o cinco años para la mayoría de estudiantes, a mí me tomó mas de dos décadas. Tomar la decisión de regresar a la universidad, imaginando el panorama al que me enfrentaba, no fue fácil. Fue y continúa siendo retante, como poco. Compartir salones con compañeros tan jóvenes que pueden ser mis hijos, fue posiblemente mi mayor reto. El miedo al : «que dirán», a las miradas y a las confusiones por la edad (hasta me han llegado a preguntar si trabajo en el campus). He ahí precisamente el momento en que se separan los niños de los hombres y las niñas de las mujeres.
Nunca es tarde para emprender sueños y para juzgar, primero hay que estar en los zapatos del otro. Tener empatía es lo principal. Comienzas a confiar y ser tu propio equipo que vas a tí y pagas doble. Volver a retomar los estudios después de tanto tiempo es cuestión, por lo menos en mi caso, de ponerme al día en la tecnología, de adaptarme y de disfrutar del proceso, que créanme me ha enriquecido. Soy afortunada de regresar a los cuarenta y tantos a la «Uni». Me siento como una esponja que todo lo absorbe, lo recoge, lo capta.
Si el promedio de vida de una mujer en Puerto Rico es de 82 años- Oiga, todavía me falta la mitad de mi vida para aprender. Veinte años de experiencia en la radio y en agencias de publicidad, obviamente no han sido en vano. Ese bagaje me acompaña y trabaja a mi favor, y a favor de mis compañeros, porque ellos se enriquecen tanto como yo. Siempre me pregunté por qué mi hija cuando cumplió sus treinta, pensaba que era » vieja». ¡Si a esa edad yo me sentía en mi mejor momento! Cuando veo las miradas de mis compañeros pienso en ella, en que tal vez piensan lo mismo.
Pero, ¿saben que? Son muchos los empresarios, deportistas, y personas famosas que adquirieron el éxito después de los 40. Por mencionar alguno, Bernard Hopkins obtuvo el campeonato mundial de boxeo a los 46 años. Así que yo no lo descarto ninguna posibilidad de riesgo y sacrificio en esta etapa tan fructífera de mi vida. ¿Vieja yo? Viejo el viento y sopla, viejos los que no sueñan, los de espíritu adormecido, los que renuncian, los que no luchan. He visto jóvenes viejos, y viejos jóvenes; después de todo la edad es un estado de animo, no un tiempo cronológico.
Sí, tengo cuarenta y tantos, 46 para ser exacta.
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