La cura resulta más mala que la enfermedad

Por: Ivarelis López Martínez (ivarelis.lopez@upr.edu)

Adentrada en el pueblo de Hatillo, allí espera Karina Nicole Rodríguez Márquez en el balcón de su casa. La mascarilla cubre la mitad de su rostro, sin embargo, sus ojos delatan la sonrisa que lleva puesta. Ojos marrones acompañados de numerosas pecas, rodeadas de un cabello negro azabache. Sobre su cuello cuelga una cadena con el planeta de Saturno, su planeta favorito, y también el nombre de su compañero de cuatro patas. Su perro Saturno espera a su lado, emocionado de ver una visita acercándose.

Entrar al hogar de Karina implica un gran recibimiento por parte de Saturno, el canino que lleva el pelaje en combinación con su dueña. Goldo, como lo llaman de cariño, es quien se roba el show corriendo de esquina a esquina. Karina disfruta verlo ser el centro de atención. Su relación comenzó en mayo del 2019, cuando ella se topó con una niña que regalaba cachorros satos frente a la escuela de música en Arecibo. Una llamada para convencer a su papá y Saturno era todo suyo.

A sus veinte años Karina está muy familiarizada con las adversidades que le ha presentado la vida: perder a su abuelo un día de San Valentín, ser la cuidadora de su abuela, que al día de hoy se encuentra encamada, y enfrentar un diagnóstico médico erróneo por más de diez años.

Desde muy niña, los doctores determinaron que Karina padecía de asma, enfermedad que, por lo regular, puede controlarse siempre y cuando un paciente mantenga un autocuidado a lo largo de su vida. Sin embargo, pocas veces Karina sintió tener control sobre su estado de salud. ¿Por qué? Resulta ser que ella no padecía de asma, su condición era otra por completo.

Karina sostiene que su niñez fue complicada gracias a este diagnóstico erróneo. Los tratamientos eran más un obstáculo que un alivio, dado a que no eran los correspondientes para su enfermedad. Mientras que los demás niños se la pasaban trepando paredes, a Karina se le hacía difícil realizar actividad física porque los medicamentos que le recetaban no la estaban ayudando y sus pulmones iban en deterioro. “No era igual que los demás, siempre estaba tosiendo, estornudando, todo el mundo pensaba que siempre estaba enferma”. Esto la llevó a muchas citas médicas, tratamientos, medicamentos, doctores e incluso hospitalizaciones. No fue hasta el año 2018, casi por cumplir sus dieciocho años, que los médicos descubren que ella nunca fue asmática. Su enfermedad se llama Disquinesia Ciliar Primaria.

“Llegó un punto en que no pude respirar, mami se asustó. Me llevaron a un neumólogo, me hicieron más estudios. Estaban en investigación, había un doctor [Rodríguez Santana] en Puerto Rico que estaba haciendo esas investigaciones. Me llevaron hacia donde él y ahí fue que me diagnosticaron con Disquinesia Ciliar Primaria”. Esta condición, también conocida como PCD, es una enfermedad crónica que afecta las estructuras en las vías respiratorias. En Puerto Rico se considera una enfermedad rara debido al mínimo conocimiento que se tiene de la misma.

Karina asegura que su médico actual [De Jesús Rojas] la ha ayudado grandemente para sobrellevar su enfermedad y es quien la presentó a la Fundación PCD Puerto Rico. No obstante, no se descartan los retos que esta condición conlleva. Sus días consisten de ocho pastillas, dos terapias y el uso de una máquina llamada Afflovest. Adicionalmente, la pandemia ha sido una preocupación muy grande, dado a que el COVID-19 tenía la capacidad de comprometer aún más su sistema respiratorio. “Al principio no podía salir ni al supermercado”, dice entre risas Karina, quien ya recibió la vacuna contra el virus.

Además de los doctores, Karina ha tenido la dicha de estar rodeada de un grupo de apoyo excepcional. “Mi familia para mí significa todo. Con todo lo que hemos pasado yo entiendo que cuando uno padece de algo o sufre de algo, todos sufren con él”, explica cariñosamente la hija única de Marina y Orlando. A su vez, indica que asistir a la iglesia es lo que la “mantiene en paz”. Otras personas que se destacan en su vida lo son una amiga en particular de la universidad y el grupo de amigas a quienes ella llama “las nenas del coro”.

Las vivencias que se ha enfrentado Karina la han llevado a tomar cierto rumbo en su vida profesional. Actualmente, es estudiante de Enfermería en la Universidad Interamericana y tiene planes de realizar una maestría especializada en Neumología Pediátrica. “También sé que siempre quise ser doctora”, recuerda Karina con una sonrisa mientras describe la imagen de ella en Head Start, con su bata y estetoscopio, lista para el Career Day.

Sus sueños no se quedan ahí. Karina, quien sabe tocar el piano, cantar y formó parte de un coro por ocho años, comenta con anhelo que “siempre quise estar en un teatro”. No es sorpresa que asimismo, es fanática de los musicales, Funny Girl siendo su favorito. Al día de hoy, ella no descarta la posibilidad de adentrarse más al mundo de la música, las producciones y el teatro. Todavía largo camino le resta, pero Karina tiene fe de que la vida la llevará por el rumbo correcto.

Ivarelis Lopez
Author: Ivarelis LópezEstudiante de periodismo de segundo año de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo.

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