
Imagen generada por inteligencia artificial.
Las facilidades deportivas en Puerto Rico representan el talón de Aquiles de todo un pueblo.
Pobre alumbrado, estructuras débiles, techos colapsados y maleza por doquier son algunas de las características que, lamentablemente, predominan en muchas facilidades deportivas del país. La mayoría de paredes cubiertas en grafiti, su acceso se convierte en todo un acertijo para intentar esquivar los cristales rotos que cubren sus suelos. Lo que debería ser un refugio para niños, jóvenes y adultos que desean recrearse, se convierte en hogar para animales, plagas, enfermedades y suciedad. La ausencia de facilidades aptas para su uso desata una serie de problemas mucho más allá de lo pensado. Las cifras recientes de estudios realizados por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) lo ponen en evidencia: la población puertorriqueña cuenta con un 49% de sedentarismo y el 68% presenta sobrepeso. El impacto de un complejo deportivo en una comunidad es sumamente notable; pero, cuando se carece de esta poderosa herramienta, se nota aún más su efecto a gran escala.
En varios años la selección nacional femenina de voleibol de Puerto Rico sufrirá el retiro de jugadoras que desempeñan labores estelares en cancha. La veterana central Neira Ortiz, quien con 6´5¨ de estatura domina la malla alta, es una de ellas. Con su posible retiro, llega una incertidumbre directa y puntual: no hay prospectos con suficiente estatura para llenar el gran vacío que deja Ortiz. A pesar de que existen muchos equipos y clubes de voleibol en Puerto Rico, son muy pocos los prospectos que lanzan su carrera a nivel profesional. Un factor que afecta de manera directa este aspecto es la falta de instalaciones apropiadas para el desarrollo de los atletas que practican este deporte.
Por su parte, en el béisbol el panorama no pinta muy diferente. Puerto Rico ha sido por años la cuna de grandes peloteros. Lindor, Hernández, Alomar, Clemente, Beltrán y Rodríguez han dado gloria al país representando sus colores y desempeñándose con altura en las Grandes Ligas. Sin embargo, desde hace ya varios años son cada vez menos los prospectos puertorriqueños que logran asegurar su espacio en uno de los equipos de la Major League Baseball.
Esto ha llevado a academias de béisbol privadas alrededor de toda la isla a repensar sus estrategias y programas de trabajo, uniendo fuerzas para buscar producir grandes prospectos en este deporte. Sin embargo, aún son muchos los sectores que quedan desatendidos en este esfuerzo.
¿Qué pasa con los jóvenes de escasos recursos? ¿Y los niños y niñas que sueñan ser algún día como los deportistas que ven en la televisión? ¿Dónde quedó la niñez que juega en los torneos de barrio buscando desarrollarse? ¿Qué pasa con todos ellos? La respuesta es sencilla: sin parques y canchas no hay atletas.
El atleta de alto rendimiento no nace en la selección nacional ni en una liga profesional, nace en las canchas y parques de los barrios. Son estas facilidades deportivas las que acogen los sueños de la niñez puertorriqueña y despiertan su interés en el ámbito deportivo. Es imperativo contar con facilidades deportivas aptas para el disfrute y desarrollo, no solo de los niños, sino de cada miembro de la sociedad. Grandes y chicos necesitan de actividad física para mantener un estilo de vida saludable y esto no es posible sin las facilidades equipadas de las herramientas correctas, limpias, con alumbrado, suelos estables y techos seguros.
Más allá de ser un lugar alternativo, las facilidades deportivas se convierten en un hogar para quienes la utilizan. Tener un complejo deportivo accesible forma parte integral del desarrollo de cada individuo y grandes recuerdos se forjan en sus alrededores. Ya esta situación no se trata de asegurar las próximas generaciones de atletas de alto rendimiento, sino de impulsar el desarrollo social, interpersonal, la amistad, el trabajo en equipo, la cultura, la comunicación efectiva, aprender a compartir y tantos otros regalos que recibimos en los complejos deportivos, de la actividad física y el deporte. Todo lo antes mencionado representa salud en todas sus facetas. El sistema actual penaliza a las futuras generaciones haciéndoles pagar un precio muy alto por el deporte, la movilidad, las artes y la creatividad; esto no debe ser un lujo para nadie. Aspiremos a un futuro en el que cada comunidad cuente con facilidades accesibles y aptas para su utilización. Una facilidad deportiva se convierte en una casa y quien carece de una, carece de identidad.
