Por: Angel G. Canales Arroyo (angel.canales2@upr.edu)
Son pocos los escritores que alcanzan una extraordinaria reputación literaria y una popularidad tan grande como la del colombiano Gabriel Garcia Marquez, quien recientemente cumplió tres años de fallecido.
Entre los estilos de escritura más sobresalientes del autor de “Cien años de soledad”, se encuentra el realismo mágico que no es otra cosa que la tendencia artística y literaria que consiste en representar fielmente la realidad y crear cierta tensión emocional sin llevar a cabo ninguna idealización de la historia que se narra.
El periodista y escritor nació en Aracataca, un ciudad al norte de Colombia, el domingo 6 de marzo de 1927. Desde su adolescencia, Gabo reconoció su razón de ser: escribir era su placer y vocación. Se veía venir que tarde o temprano aquel jovencito luchador, primogénito de una familia muy numerosa, se convertiría en un periodista de talla mundial. De niño, animado por su abuelo, aprendió a convertir las experiencias de las películas que veían juntos en narraciones escritas o gráficas.
Desde muy joven escribía una especie de periodismo en el Colegio San José de Barranquilla. Fue criado por sus abuelos maternos el Coronel Nicolás Márquez y Doña Tranquilina Iguarán y de varias tías, a quien atribuye un papel significativo en su formación.
“No puedo imaginarme un medio familiar más propicio para mi vocación que aquella casa lunática, en especial por el carácter de las numerosas mujeres que me criaron”. GGM
Sus escritos se caracterizan por ser de estilo realista, con narraciones elaboradas y con ricas descripciones de lugares y personas, que cautivaron a cientos de lectores por todo el mundo.
Entre mayo de 1948 y diciembre de 1949, García Márquez escribió más de cuarenta artículos firmados para el periódico “El Universal” y muchos otros artículos que no firmó. La primera frase de su carrera periodística fue: “Los habitantes de la ciudad nos habíamos acostumbrados a la garganta metálica que anunciaba el toque que queda” (21 de mayo de 1948). Llega, entre los años 1954- 1955, al El Espectador en Bogotá. Allí se convirtió en el primer crítico de cine en Colombia y eventualmente fue considerado como un reportero estrella.
Se considera el máximo exponente del realismo mágico y su obra lo ubicó en el radar literario en el ámbito internacional. Tal fue el impacto de la obra magistral «Cien años de soledad», que su carrera literaria se divide en dos periodos: A.C. y D.C. (antes de Cien años de soledad y después de Cien años de soledad).
Cien años de soledad relata la historia de una aldea imaginaria llamada Macondo y de la estirpe de sus fundadores. La novela se presenta dividida en veinte secuencias narrativas que carecen de título e incluso de numeración. La obra magistral es narrada en retrospección y hace frecuentes saltos en el tiempo, otro elemento que caracteriza la técnica narrativa de su autor. Los distintos capítulos marcan la vida de la aldea y al protagonismo que adquieren ciertos personajes y generaciones.
A continuación se presentan algunos ejemplos de como el autor presenta el realismo magico:
- Aparición de muertos. Tras matar a Prudencio Aguilar en un duelo, su fantasma le persigue a José Arcadio. Melquíades también vuelve de la muerte en varias ocasiones.
- Desaparición de Remedios. Mientras Remedios le ayuda a Fernanda a doblar una sábana, Fernanda nota que está pálida y le pregunta si se siente bien. Remedios le contesta que nunca se había sentido mejor y de repente comienza a levitar con la sábana y se despide de Fernanda con la mano mientras se eleva al cielo.
- Pergaminos que levitan. Mientras Aureliano está en la cocina, cuatro niños traviesos entran en su cuarto para destruir los pergaminos, pero una «fuerza angélica» los levanta del suelo y los mantiene suspendidos en el aire hasta que regresa Aureliano.
- Invasión de mariposas amarillas. Preceden las apariciones de Mauricio Babilonia y hasta llegan a invadir la casa cuando Meme se cita con Mauricio a escondidas de Úrsula.
Hoy día el gran Gabo no está presente físicamente. Dejó una huella, un legado a futuras generaciones y un ejemplo a seguir tanto en el periodismo, como la literatura. Han sido muchos los escritores que intentan copiar su estilo, pero ninguno ha podido asemejarse a su único modo de escritura. Gabriel García Márquez fue y seguirá siendo el maestro del realismo mágico.