Lo tenue de un adiós

Era un jueves de agosto cuando llegué al hospital. El cielo se veía despejado, azul y brillante y el sol alumbraba el día. Centro Médico, específicamente el Hospital Municipal de San Juan: allí se encontraba la razón de mi visita. Entré con mi madre al edificio: un largo pasillo con cristales nos dio la bienvenida. El personal fue muy amable y siempre saludó, entendían que la razón de una visita al hospital muy pocas veces significa algo positivo. Al final del pasillo estaba la recepción, donde una dama de media estatura, cabello negro recogido y gran simpatía se ofreció a dirigirnos directamente a nuestro destino. En el trayecto del ascensor sostuvimos las tres una conversación amena, la dama nos contó sobre su reciente visita a Camuy, mi pueblo natal. También, nos contó sobre el suyo: Cabo Rojo.

“Vivo hace mucho tiempo en San Juan, ya el área metro me adoptó”. El ascensor sonó, habíamos llegado. Luego de una breve despedida, continuamos el trayecto hacia nuestro destino. 

En la recepción del piso 4, una enfermera nos dirigió hacia la habitación. “Deben ponerse mascarilla para entrar”, recalcó. Sin dudarlo, mi madre y yo nos la pusimos. Al entrar a la habitación allí estaba mi tía. Su cabello corto por las quimioterapias, pero siempre rubio, sus uñas arregladas y su mejor accesorio: su sonrisa.

Dios había reservado ese día para que recibiera visitas. Éramos cinco visitantes y faltaban dos que se encontraban donando sangre. Frecuentemente debían realizarle transfusiones sanguíneas debido a su condición: leucemia linfoblástica aguda. De solo escuchar el nombre me dieron escalofríos y no podía entender cómo dentro de un proceso tan complicado, ella siempre se veía tan bien, llena de vida y sonriente. Increíblemente, lograba brindarle energía y ánimos a quienes le acompañaban.

Rápidamente entablamos todos una conversación. ¿Cómo están? ¿Cómo está la familia? ¡Que grande está tu hija! Es importante que comas, aunque sea un poquito. ¿Aún necesitan donantes de sangre?…

Como buenos puertorriqueños, creamos aproximadamente cuatro conversaciones a la vez dentro de un limitado cuarto de hospital. Eso me dio la oportunidad de acercarme al lado derecho de su camilla y dialogar un poco más de cerca, solo ella y yo.

“¿Cuánto te falta para graduarte?”, preguntó. “El semestre que viene termino cuatro clases que me faltan y en agosto voy a hacer práctica”, respondí. Su tía política, una de las visitantes preguntó, “¿qué estudia ella?”. “Comunicaciones, ella es tremenda reportera, tienes que verla,  yo siempre veo sus trabajos en Facebook y me llenan de orgullo”, respondió mi tía sin dudar. 

A pesar de cualquier diferencia, distanciamiento o malentendido, ella siempre estuvo presente en mi vida y me dejó saber de mil y un maneras que estaba muy orgullosa de mis trabajos, desarrollo y desempeño. Entre risas y anécdotas continuamos todos juntos la conversación. Llegó el momento de despedirnos: de la manera más casual y amena nos despedimos todos con gran cariño. Mi madre y yo caminamos felices de vuelta al auto, llevándonos de vuelta a Camuy el recuerdo de su mejoría. 

Esta fue la última vez que la pude ver con vida, la última vez que conversamos y sonreímos juntas, la última vez que le conté sobre mis proyectos universitarios y lo contenta que estaba en mi carrera. La vi tan alegre y sonriente, que salí tranquila y confiada de que más pronto de lo que imaginábamos estaría de vuelta en su casa, pero no fue así. 

Menos de dos semanas después, pude verla, pero esta vez entubada. Muchas máquinas y sonidos que no entendía. Rápidamente lágrimas brotaron de mis ojos, recorriendo mis mejillas y albergándose en la mascarilla que llevaba puesta. Ver a alguien que amas en esa situación es chocante, muy chocante. Creo que chocar un auto contra un poste a 100 millas por hora es menos impactante y definitivamente, dolería menos. “Pueden hablarle, ella escucha”, dijeron las enfermeras y también recalcó mi tío. Quería hablarle, quería que supiera que estábamos allí con ella, que estaba acompañada y respaldada por cientos de oraciones. En las oraciones estaba nuestra fe de ver un milagro en su vida, pero siempre aceptando la voluntad de Dios. “Titi te amamos, estamos aquí contigo”, fue lo único que pude decir. Ese día presencié frente a mis ojos lo tenue que puede ser un adiós, aún cuando no sabes que te estás despidiendo. 

El día después, miércoles 10 de septiembre, recibimos la noticia: titi había fallecido. A solo días del cumpleaños de mi sobrino, el de mi hermano y el mío también, nuestra tía ya no nos acompañaba en el plano terrenal. Fue una mezcla de sentimientos muy extraña, creo que estaba en un estado de shock y no terminaba de asimilar lo que estaba sucediendo. Todo se sentía como una pesadilla: un mal sueño del que quería despertar en seguida. Nada se sentía real y no quería que lo fuera. 

Hoy, casi tres meses después de su fallecimiento, entramos a la temporada festiva. La primera Navidad en la que no nos acompañará; solo sus recuerdos nos sostienen. He escuchado que en la vida todo se trata de decisiones, así que hoy decido recordar a mi tía con gratitud y gran agradecimiento. Le agradezco a ella por ser la persona que fue en la vida de mi familia, especialmente en la de mis hermanos, mis sobrinos y la mía: entregada, amorosa, empática, paciente, complaciente,  siempre de gran apoyo y mostrándose orgullosa de nuestros pasos en el trayecto de la vida. Le agradezco inmensamente a Dios, porque entre tantas personas en el mundo, nos brindó el privilegio a mi hermano y a mi de tenerla como tía. Su presencia en nuestras vidas fue un tesoro invaluable, que guardaré por siempre muy cerca de mi corazón para recordarle en cada momento. Nos faltaron abrazos, conversaciones, celebración y momentos en los que debíamos compartir. Casi tres meses después, la vida es diferente: la Navidad llegó, los planes cambiaron y estoy por culminar mi último semestre en la Universidad. El próximo semestre realizaré la práctica y me graduaré en junio de 2026; esta vez sin ti.

Author: Janina MendezEstudiante de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo: Departamento de Comunicación Tele-Radial con énfasis en Producción de Noticias y Comunicación Esratégica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *