Es jueves en la noche y en el cuarto de algún hospedaje se se encuentran tres amigas acicalándose para un jangueito universitario. Perfume, outfit y maquillaje on point. Pero, ¿y los sentimientos también estarán on point? Llegan a la discoteca como radares: de arriba a abajo y de lado a lado, determinadas a encontrar su primera víctima para comenzar la crítica masiva. «Uy, mira la ropa de ese». «Mira que yal». «Ese no sabe bailar».
Recuerdo que en mi primer año como universitaria conocí a estas chicas, superficiales hasta más no poder serlo. Eran de esas que no ponían su mirada en ti, si no eras considerado a su «altura». Veían cada una de las fotos de un perfil antes de oprimir el botón de follow en Instagram. Me recuerdan a «los tóxicos» que menciona Bernardo Stamateas en su libro ‘Gente Tóxica’. Si su belleza interior pudiera reflejarse a través de su imágen, los monstruos de las películas serían bebés en pañales.
Todo esto viene a cuento porque a lo largo de mis veinte años me he topado con gente que tratan al prójimo, no sin antes emitir un juicio previo. Te puedo decir que se me revuelve la bilis cuando me topo con uno de estos, porque eso es lo que son: personajes que cubren sus inseguridades y baja autoestima con críticas y desprecio hacia la otredad.
Así hay muchos, que humillan y desacreditan a un colectivo por simplemente no ser de su agrado o por como canta Mark Anthony, «celos y envidia».
Como bien dice Bernardo Stamateas en su libro:
“Tanto el que te envenena como el que te descalifica tratará por todos los medios de que no alcances tus sueños, y se encargará de boicotear cada uno de tus proyectos. Su lema es: si yo no puedo, él tampoco.”
¿Acaso no se dan cuenta que a las personas las impactas positivamente con tus palabras, tus ideas, tus inteligencias, tus talentos y actitud? Estas son las características que definen tu identidad, identidad que quedará viva para toda la vida y hasta después de la muerte.
Si aún no sabes a lo que me refiero, te recomiendo leer el libro “Los cuatro acuerdos” por el Dr. Miguel Ruíz, obra que muestra las cuatro alianzas de la sabiduría tolteca: “No supongas; honra tus palabras; haz siempre lo mejor y no te tomes nada como personal”.
Todos deberíamos mantener una belleza interior intacta y darle mantenimiento diario a los sentimientos y valores para que así, se reflejen en el exterior. Porque como dice Joaquín Sabina “Si el mundo fuera ciego, ¿a cuánta gente impresionarías?”.