Opinión: No me felicites que la lucha no termina 

Por: Tatiana M. Ortiz Cardona (tatiana.ortiz21@upr.edu)

Dime qué celebras y te diré quién eres. Las festividades siempre han servido para eso: crear identidad y producir una tribu. 

Así como en febrero es moda celebrar a los enamorados y regalar rosas o chocolates, en marzo llueven las felicitaciones por ser el Mes de la Mujer. Específicamente, el 8 de marzo nos regalan flores – como si nos hubiésemos muerto – por ser denominado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. 

Pero, ¿por qué tanta celebración por el simple hecho de ser mujer? Si lo que marcó este día fue un incendio intencionado, en una fábrica textil, en Nueva York, que causó la muerte de 123 mujeres y 23 hombres que se encontraban en huelga por la brecha salarial. Es decir, el hecho de que en términos promedios, los hombres cobren más que las mujeres. Así que el 8 de marzo, se trata de conmemorar la lucha de las mujeres de todo el mundo en favor de sus derechos. 

Una lucha que lamentablemente 112 años después continúa, pues la opresión contra las mujeres sigue siendo un hecho real. Aún en pleno siglo 21, las mujeres cobran menos que los hombres. Además, la sociedad se encarga de imponerles lo que tienen o no tienen que hacer y hasta le cuestionan su color de pelo. 

No me felicites, que la lucha no termina. Según una encuesta del Censo de Puerto Rico, en el 2019, el salario promedio de los hombres era $25,347, mientras que el salario promedio de las mujeres era $23,271. Hay una diferencia de unos $2,076. ¿Todo esto es por ser consideradas inferiores al hombre? O por ¿discriminación por género? Maldito patriarcado. El mismo trabajo, merece el mismo salario. No importa que sexo seas. Basta ya de que el 46% de las mujeres vivan en situación de pobreza.

No me felicites, que la lucha no termina. Desde pequeñas vivimos sumergidas con el bombardeo del “no” y la razón para ese “no” es nuestro género. Las niñas no hablan así; las niñas no se visten así o las niñas no juegan esos deportes. Y ni imaginar cuándo se es adulta, no faltan comentarios como: ¿cuándo vas a aprender a cocinar?; se te está haciendo tarde para que te embaraces, o no estás atendiendo bien a tu marido. Pero, ¿por qué tantas limitaciones? Viren la tortilla. Déjennos manejar el guía de nuestra propia vida.

No me felicites, que la lucha no termina. Piense en su película favorita y trate de recordar qué papel interpretaba un hombre con canas versus una mujer con canas. Con mucha probabilidad, unas veces eran soldados, otras veces eran abogados o asesinos. ¿Y en cuánto a las mujeres? Primero, que apenas hay mujeres que actúen con canas y si las encontramos son personajes solitarios. De acuerdo a estos estereotipos, las canas en los hombres representan “madurez atractiva”, mientras que en el caso de las mujeres una vida aburrida, de que se concede poca atención a la apariencia. ¿Acaso esto es justo?

Me gusta compararme con George Clooney porque ¿por qué no? Mis canas son una demostración de poder. ¡Siempre quise ser sal y pimienta!

Andie MacDowell
Actriz

No hay duda de que falta mucho camino por recorrer. Nos toca – me toca – apoyar esta lucha colectiva que involucra aspectos como la igualdad de salario, de labores y de hasta el color de nuestro pelo. No se vale que sigan cortándonos las alas y luego nos culpen por no saber cómo volar.

Author: Tatiana Ortiz¡Hola! Mi nombre es Tatiana M. Ortiz Cardona y pertenezco al Departamento de Comunicación Tele-Radial de la UPR en Arecibo, donde realizo un área de énfasis en Noticias.

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