«Sigue tu pasión, rodéate de buena gente, forma parte de la conversación» (Steve McCurry)
Según el famoso fotógrafo Steve McCurry, este es el mejor consejo que existe y la clave de su propio éxito. Conocido mundialmente por su habilidad artística y su vocación de documentalista, durante décadas el lente de McCurry nos ha abierto una ventana a un mundo desconocido. Un mundo de colores, de razas, de etnias que intentan sobrevivir en medio de crisis. El lente de McCurry ha sabido capturar en el preciso momento la esencia de la lucha y la alegría humana. Sus fotografías han girado el mundo y posiblemente gracias a su persistencia y el cuidado para los detalles minuciosos, este fotógrafo ha obtenido el fruto de su labor. «Si sabes esperar la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz», expresó en una entrevista.
A lo largo de su carrera también ha cubierto como fotoperiodista varios conflictos civiles e internacionales. Entre ellos pueden destacarse dos portadas para la National Geographic que lo han llevado a la fama: una de una niña afgana y la segunda sobre la catástrofe del 11 de septiembre. Gracias a sus impactantes fotografías, ha logrado ganar varios premios y medallas. También, sus fotografías se exhiben en los museos más importantes del mundo. Además, McCurry ha logrado publicar alrededor de doce libros entre 1985 y 2013. Por otro lado, la filosofía fotográfica de McCurry no recae en solo documentar el momento para efectos estéticos o históricos, sino sobre todo impactar de manera positiva y lograr cambios sociales de concienciación y transformación.
Steve McCurry nació en Filadelfia. Cursó estudios universitarios de cine e historia en la Universidad de las Artes y Arquitectura del Estado de Pennsylvania. Trabajó durante dos años en un periódico como fotógrafo, sin embargo cuatro años más tarde se transfirió a la India y Nepal como fotógrafo freelance. Su principal objetivo era realizar reportajes geopolíticos para revistas culturales. Más adelante, McCurry inició su relación con la National Geographic, medio que le facilitó las condiciones y el tiempo necesario sobre el terreno para realizar reportajes en profundidad.
En el 1986 se afilió también a la agencia fotográfica Magnum. Su obra fotoperiodística se destaca por haber cubierto conflictos bélicos en Beirut, Camboya, Filipinas, la Guerra del Golfo, la antigua Yugoslavia, Afganistán y el Tíbet. Además, sus fotografías se exhiben en museos mundialmente reconocidos, tales como: el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, el Museo de Arte Moderno de Tokyo y el Museo de Arte de Filadelfia. A lo largo de su carrera, Steve ha recibido numerosos premios. Uno de ellos fue la medalla de oro de Robert Capa al mejor reportaje fotográfico del extranjero. Este premio se le dedica a los fotógrafos que muestran valores e iniciativas excepcionales. También obtuvo el premio del Fotógrafo del Año, otorgado por la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa. Para ese mismo tiempo ganó cuatro primeros premios en el certamen World Press Photo. Inclusive, también ha obtenido dos veces el premio Olivier Rebbot.
La niña afgana, una de las obras más reconocidas de Steve McCurry, la cual dio la vuelta al mundo en 1985, se cataloga como una de las fotos más famosas en el mundo. Según McCurry, este episodio ocupa un lugar especial para él. Recuerda que la muchacha se mostraba al comienzo tímida ante su lente, pero su maestra la convenció para que el mundo conociera la situación de los refugiados afganos en Pakistán. Según dicho por McCurry, él no tenía permitido retratar a mujeres musulmanas y su única opción era tomar instantáneas de muchachas que no habían alcanzado la pubertad. Entre esas tomas, una de ellas terminó convirtiéndose en su fotografía más famosa.
En ocasiones una buena imagen surge por casualidad, lo importante es no forzar ninguna situación, expresó el fotógrafo en una entrevista. La niña afgana se convirtió en la portada de National Geographic para el 1985 y hoy en día continúa siendo una de las imágenes más carismáticas jamás tomadas. Aunque mundialmente la niña afgana fue una de las caras más famosas, lo irónico de esta historia es que la identidad de la pequeña es anónima fuera del Oeste. Su rostro llegó a aparecer en revistas, libros, posters, hasta en alfombras, pero ella no tenía idea de esto.
Sin embargo, luego de una búsqueda que duró diecisiete años, la National Geographic logró una vez más encontrar a la niña afgana. Se llama Sharbat Gula y hoy en día vive en una región remota de Afganistán junto a su esposo y tres hijas. Sharbat fue localizada alrededor de dos décadas después de que su foto apareciera en la portada de la revista National Geographic. En enero de 2002, el equipo de National Geographic regresó al refugio de Nasir Bagh en Pakistán, donde Sharbat Gula fue retratada por primera vez. Gula fue identificada a través de una serie de contactos que llevo al equipo a lograr contactarse con su hermano y esposo, quienes aceptaron que se le preguntara a ella si les permitía una entrevista.
Sharbat no había tenido la oportunidad de ver su retrato del 1984 y finalmente, en la reunión con Steve, pudo verla por primera vez. “Conocíamos su rostro, pero jamás su historia, tan siquiera su nombre,” expresó Boyd Matson de la National Geographic, quien estaba en el grupo reunido con Gula. A Sharbat Gula no se le permitía conocer otros hombres que no fueran miembros de su familia, ya que ella vivía una vida tradicional musulmana. No obstante, el equipo de National Geographic logró conseguir un permiso para mandar a una mujer a conocer a Sharbat y fotografiar su rostro. Después de que la familia de Sharbat le diera permiso, Steve le contó que su imagen se había tornado en un símbolo, un ícono de las personas afganas. Cuando Sharbat aceptó ser fotografiada por segunda vez en su vida, decidió contar su historia. Ella quería que las personas que conocían su rostro alrededor del mundo, también conocieran cómo sobrevivió al campo de refugiados en Pakistán. Según McCurry, Sharbat Gula ha regresado al anonimato, pues no dará más entrevistas a ningún medio y desea no ser contactada.
Por otro lado, Steve McCurry también fue testigo de la catástrofe del 11 de septiembre. El fotógrafo mostró, en una conferencia en Barcelona, algunas imágenes tomadas el 11 de septiembre en Nueva York. McCurry acababa de regresar del Tíbet el día anterior y sintió la necesidad de mostrar al mundo aquella catástrofe. Captó algunas imágenes desde la azotea de su casa. También salió a la calle para plasmar aquel horror. Declaró que uno de sus objetivos es documentar algunos lugares históricos que están en transición, amenazados, y momentos que acabarán evaporándose en poco tiempo.
En pocas palabras, Steve McCurry ha capturado momentos que marcaron la historia de la humanidad. No se trata de un fotógrafo más que solo documenta un momento y el contexto de la imagen, sino que detrás de cada imagen que captura el lente de McCurry existe una gran historia, un gran riesgo, una gran aventura. Ese riesgo y valentía lo han llevado a la cima en la que se encuentra hoy en día. Ese esfuerzo y dedicación le ha permitido ganar grandes premios y reconocimientos de fotografía. Además de su evidente talento artístico, esa pasión innata y la vocación que siente por el documentalismo social y por lograr conciencia pública sobre temas menos conocidos, lo ha llevado directo al éxito. Steve McCurry, mundialmente conocido por la imagen de la niña afgana y por el resto de su obra de enorme calibre, ha hecho historia recorriendo el mundo con su lente.