Una venta en silencio

Por: Krystal Soto (krystal.soto2@upr.edu)

Hace calor, es una tarde del verano del 2012. Acompañada de mi madre, hermana y ex padrastro nos dirigimos a la casa de mi bisabuela en el barrio Las Monjas en Hato Rey. La casa nos queda a dos horas de distancia. Bañada en sudor por la falta de aire en nuestro despintado y viejo carro, junto a la desesperación por llegar, ya que hace tiempo no veía a mi bisabuela, coritos cristianos comencé a cantar. “Alabaré, alabaré a mi Señor” hasta quedarme dormida.

El viento caliente en mi cara se detuvo y al escuchar mucho bullicio, me levanté desorientada y ahí fue cuando la vi: la gran casa de los mangós. Así la llamaba, ya que el enorme árbol de frutas cubría la mitad de la casa. 

Al bajarme del carro, subí una gran escalera que me llevaba al segundo piso de la casa y allí estaba sentada mi bisabuela con su larga melena del color de la nieve, sus ojos tan claros como el agua y con una sonrisa resplandeciente. Le di un beso y gran abrazo, la bendición le pedí.

—Dios te bendiga mi niña, qué grande estás— me respondió con gran emoción.

Hablamos todos durante un rato en la sala. Ya son las 5:00 de la tarde y es hora de la cena. El olor que emana de la cocina me hacía la boca agua, ya no esperaba la hora para comer. Por fin pasa el tiempo, estoy sentada en la mesa, pero escuchó la puerta de la sala abrirse. Al mirar, veo a una chica entrar; era alta, trigueña y de cabello color azabache. 

—Hola, soy Krystal, le dije emocionada.

— Hola soy Jane, me respondió.

En cuestión de segundos, Jane ya estaba comiendo conmigo y me contó que tenía 10 años, pero que pronto cumpliría once. Emocionada le respondí que yo también. Que alegría sentía: Jane me caía de maravillas, era súper extrovertida y su energía contagiaba a los que a su alrededor estaban. No podía creerlo: estaba conociendo a una chica muy parecida a mí.

Ya son la 6:00 de la tarde y terminamos de comer. Muy entusiasmada, la invito a jugar dómino con mi pequeña hermana y conmigo. Entonces nos dirigimos al balcón donde está la mesa y comenzamos nuestra partida. La estamos pasando de maravillas, cuando de repente miro hacia dentro de la casa y veo a mi Abu haciéndome señas para que vaya donde ella. Llego y me dice algo que paralizó mi corazón: “Esa nena que está contigo ahí, su papá la vende por $5”.

Mi semblante cambió, helada y en una pieza me quedé, no podía creerlo. ¿Cómo es que la pequeña que tiene la misma edad que yo, la prostituyen por $5? ¿Cómo es esto posible? 

Volví a la mesa con ella y me quedé mirándola, pero al mismo tiempo no la miraba, no emití ningún sonido: mi corazón no pudo más y al baño corrí a llorar. Cuando me sentí mejor salí, pero ya la noche había llegado: Jane ya se tenía que ir. Me despedí de ella con un fuerte abrazo, me miró, se sonrió y se fue. Me dejó un vacío enorme y una tristeza arropaba mi interior. Nunca más la volví a ver.  

La prostitución infantil, conocida actualmente como la trata humana es un crimen invisible en Puerto Rico, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la trata ha alcanzado niveles epidémicos en las últimas décadas. Sin embargo, en Puerto Rico entre el año 2019 y el 2020, solo se han trabajado tres casos vinculados con este crimen.  

Actualmente no existen estadísticas precisas en cuanto a la explotación sexual hacia menores en Puerto Rico se refiere. Así que al parecer es un tema que se ve muy lejano, o es un tabú. 

No podía dejar de pensar en Jane y en lo triste que ha sido su vida, pero, ¿por qué nadie hizo nada? Mientras ella estaba ahí conmigo sentada, mi Abu en su cuarto arrodillada orando estaba. ¿Cómo es que salió a darme una noticia tan terrible, como si fuera cualquier cosa? Nadie llamó a la policía, ¿por qué? 

Esto es algo que me deja pensando en que de nada vale que estemos arrodillados día y noche orando, si con nuestras acciones no hacemos el bien. Uno de los diez mandamientos dice “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ¿En dónde dejaron el amor hacia su prójimo, en qué parte se les olvidó que la pequeña Jane era solo eso, una niña?

Bebiendo mis lágrimas al revivir esta historia, hoy 13 de noviembre del 2022, termino peor que hace 10 años. 

*Jane es un nombre ficticio que se ha usado para proteger la identidad de la menor.

Tinta_Digital
Author: Colaborador/a de Tinta Digital

Un comentario sobre “Una venta en silencio”

  1. Felicitaciones a Krystal por este artículo de interés humano. Que historia tan tristes. Coincidimos en la conclusión, tanta fe y religiosidad sin obra.

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